Si bien es cierto que cada caso debe ser siempre valorado por un especialista, hay una serie de signos que nos indican una mayor probabilidad de que un niño vaya a necesitar ortodoncia.
El signo más claro es la existencia de dientes rotados o apiñados. Este motivo viene marcado por la diferencia de tamaño de los dientes –demasiado grandes- con respecto al de las arcadas en las que deben posicionarse, o viceversa.
Otro ejemplo sería la existencia de espacios muy acusados entre piezas dentales, también conocidos como diastemas, o la pérdida prematura de algunos dientes de leche.
Por otro lado, hay factores hereditarios que influyen en el correcto desarrollo dental de los niños. Un ejemplo de ello sería la falta de una pieza dental.
El apiñamiento, a su vez, también está ligado a un factor genético. Es muy probable que los hijos de una persona que ha necesitado ortodoncia tengan que recurrir a la misma para tener una sonrisa estética y funcional.Por último, hay una serie de conductas típicamente infantiles como la succión del dedo pulgar o del uso frecuente del chupete a edades más avanzadas que provocan maloclusiones. La mayoría de los casos de mordida abierta –falta de contacto de los dientes de la arcada superior con los de la arcada inferior- están propiciados por estas costumbres.
Si bien es cierto que no podemos prevenir el uso de ortodoncia en los niños, la erradicación de este tipo de conductas colabora en el correcto desarrollo dental de los mismos